La pandemia de COVID-19 asestó un duro golpe a gran parte de la economía mundial. La Inversión Extranjera Directa (IED) no fue la excepción. La IED en su conjunto disminuyó un 42% y las economías desarrolladas experimentaron la mayor caída. Una excepción al grado de disminución fue Cataluña, la región de España que contiene Barcelona. Según un informe de Catalunya Trade & Investment, la caída de Cataluña fue sólo del 22,7%, casi la mitad del total global.
El hecho de que Cataluña haya capeado tan bien el temporal es indicativo de un panorama económico positivo. 2020 se basó en los cuatro años anteriores, en los que se produjeron aumentos constantes en los proyectos de IED. En estos cinco años comprendidos entre 2016 y 2020, Estados Unidos lideró la inversión entrante, seguido de Alemania, Francia, Reino Unido y Suiza.
A estas inversiones les sigue el correspondiente aumento de la contratación. Los empleos relacionados con la inversión extranjera aumentaron en 15.138 entre 2016 y 2020. Este es el segundo nivel más alto en Europa Occidental. En porcentaje, los productos tecnológicos han experimentado el mayor incremento, casi duplicándose desde 2016. Inversiones como estas ayudan a Barcelona a obtener la designación de EU-Startups como Top Startup Hub del sur de Europa para 2020.
Estas innovaciones tecnológicas no han restado valor a las industrias más tradicionales. La industria automotriz ha mantenido un lugar destacado en el ámbito de la inversión extranjera en Cataluña. Si bien cayó en 2020, la industria automotriz recibió la segunda mayor inversión extranjera tanto en 2020 como en los cuatro años anteriores.
Todo esto apunta al estatus de Barcelona y Cataluña como centros globales, pero no sólo como lugares para visitar y vivir. Con universidades de clase mundial y un clima de inversión favorable, la economía de Barcelona y Cataluña en general ha demostrado ser capaz de mantener su posición durante los años más difíciles.